miércoles, 27 de julio de 2011

Carta de Lucía

Remitida el miércoles, 13 de julio del 2011


Sí, la noche llamaba a la puerta, la tetera silbaba y el café pronto estaría humeante en mi taza preferida, la tasa que tenía el asa rota. Pero había llegado la tarde y el crepúsculo delineaba por sobre los muebles una sombra lila proyectada desde la ventana. No me asusté, era común tener espías en la ventana durante aquellos días, fiesta estival de mis años de juventud cuando mi piel era tersa y tenía según palabra de algunos: "un cuerpo delicioso". Era la más solicitada en las fiestas y se armaban batallas reales sobre la pista de baile cuando entraba a alguna fiesta; vals, magnífico vals criollo. Jamás impedirás era mi favorita, en la voz de Lucha Reyes...

Oh, recuerdo que cierta vez uno me llevó serenata con esta canción. Inevitablemente -como podrás adivinar- caí a sus pies. Ahora que estoy vieja, viuda y coja coloco mi silla en el balcón y me entretengo con los amoríos de los chiquillos de ahora. No he tenido hijos y pues como costurera conocí a algunas muchachitas que me piden consejo, bueno son como mis hijitas...

La noche llamaba a la puerta de nuevo, el café, la sombra; ningún espía enamorado, la edad no me ha dejado más que esta cojera, pelearé no por el dinero guardado en mi cofrecito de joyas, pelearé por esta angustia que me carcome.

Ha entrado ya, hijito, me has dado tiempo a escribir inclusive una carta. Pongan lo siguiente en mi epitafio:

"Belleza, tiempo y muerte son casi las mismas cosas."


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