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No era aun muy tarde cuando las mujeres del pueblo comenzaban a dejarse vencer, sin embargo, la caída vertiginosa del sol era cada vez más notoria y a simple vista irremediable.
Hijo predilecto de Carlos Enrique, el cosmopolita, que prefiere mantenerlo al margen de su vida cotidiana ya que cree él que sería enteramente perjudicial para él mismo dejarse acompañar por él hacia todos lados, sería como llevar un espejo al lado sin necesidad de sostenerlo pero sí de cuidarlo, sino se rompería.
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