No me dejes solo, costumbre. No te lleves tus
ojos a paso doble hacia el supermercado. Yo te amo y el espectáculo de los
niños de nuestras cabezas no debe esperar a la catástrofe de la distancia.
Yo renunciaré al aislamiento de cuero y
fino cartón y edición popular tres soles. Pero no me confines al rincón del
aseo, al de las latas chancadas que puedes sustraer.
Aunque pensándolo bien, así agarras pena y
me llevas en tu bolso a dar una vuelta por tu cocina, y cuando me abras quizás
te eches a llorar. Entonces yo, aun manchado de la conserva diré: mírame
todavía no expiro y si respiro es por tu gracia de huis, así que agradezco los
tacones y los celos, porque, mi bien, si he de codiciar algo, es tu cariño.
Carloenrique
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