miércoles, 23 de noviembre de 2011

De algunas otras muertes

La primavera acechaba ya desde las calles, desde los jardines, desde los parques a todos los recintos de la ciudad. Las ventanas de mi casa parecían traslucir su empaño del invierno y los alientos cálidos de las tardes de mate con mi pequeño hermano se evaporaban quizás; entonces los días transcurrían en los buses, las aulas de la universidad, las tardes de lectura y series animadas. Tan delicados los crepúsculos, tímidos aun, fríos aun. Las nubes que se deslizaban en la bóveda plomiza de Lima tornaban en curiosísimas formas que en contemplación me sumergían algunas horas, horas que se diluían como el té en mi taza de porcelana pintada de azul. Ah, noviembre! Los tiempos estaban cambiando, es cierto, y el clima extendía su invierno dejándonos una sensación tibia que Dios escupiría de su boca. Las garúas repentinas y extrañas, los escupitajos divinos que nos recordaban que estábamos vivos, y que era acaso la época del amor…

Con qué comparar el impulso a la tosquedad, a la pasión, que se revolvía en todos y cada uno de los pechos de los muchachos, de las muchachas; algunos estudiantes, otros esmerados trabajadores.

Ahora que recuerdo las conversaciones contigo, hermana, llevabas las de ganar. Hasta en esto tenías razón: soy un llorón. Sí, estoy viendo una serie que me prestaron e inevitablemente mi mente me jugó la mala pasada de mostrarme tu perfil, tu bello perfil, tu mirada intelectual, tus manitos suaves y un poquito arrugadas, y lagrimee.

Colecciono boletos de viaje en el bus, tengo un centenar por lo mínimo, de diferentes empresas, colores, precios, podría forrar unos tres cuadernos con ellos… pensaba hacerlo pero ahora creo que no será posible. ¿La razón? – me he hastiado tanto que me he dado cuenta de ello. Descuida, no dejaré que me velen ni daré el gusto a familiares ni amigos de venir a mi casa cuando ya no esté, posiblemente me vaya a nadar un rato, sabes que era aficionado a la natación; quizá en el mar me arrepienta y si la corriente no es muy fuerte pueda salir, cosa que dudo puesto que no estoy en forma física como para hacer un trecho de vuelta; podría decir que todos los boletos de bus que tengo son la suma del equivalente de lo que viajaré ya sin destino conocido. Ah, soy materialista así que no me preocupa ver una luz al final de túnel, levitar, ajustar el cinto espiritual y gritar perdón por mi pobreza, simplemente no me preocupa. Casi siento ya el agua salada penetrando por mi tráquea sin encontrar resistencia alguna, mi pecho frío y los ojos irritados por la sal.

Me han descubierto queriendo salir, y hace mucho que en mi casa encerraron con barrotes todas las ventanas y no me dejan objetos afilados al alcance, probaría con la electricidad pero no soy lo suficientemente paciente como para aguantar una descarga. Cerca he estado muchas veces de no despertar, de elaborarme sueños –antes me elaboraba sueños preciosos, pero ahora doy cuenta que solo sueños eran- donde cambia mi ritmo cardíaco, trataré de morir durmiendo. Exacto: tranquilito. Después asegúrense de incinerarme en el acto, si es posible vendan algunos de mis órganos buenos, si entro en coma no me conecten a máquinas, estoy siendo sincero y no me arrepentiré en ningún momento de esta decisión.

Comencé esta carta con una descripción de la primavera a pesar de mi tedio, y es que algo que no he podido dejar de hacer es contemplar, y mi incapacidad de contemplar a cabalidad (la modificación, el tacto) me ha llevado a este estado de postración inútil a la vida. Pero vuelvo a la primavera y a tu cabellera contra el sol, iluminada por él, eclipsado por tu sonrisa. Hermana, no sé porque te dedico mis últimas líneas desde mi coraje, desde mi cobardía, no lo sé; quizá yo sabía que era mejor dejarte un trauma, que me odies y no me olvides, sí, eso es.

Devuélvanle el disco a Gaby, estoy viendo una serie genial gracias a ella y ahora descanso un poco mi vista. Me ausentaré un rato más, quizá para mañana tenga escrito un cuento a manera de diario personal. Quizá hasta nunca, buenas noches.

That's all fucks!!!



Atte.: Carlos Enrique Rojas Camacho, identificado con DNI N° 47614772
Carné universitario N° 11030031
Segundo ciclo de la licenciatura de Filosofía, alumno pésimo: 3 cursos reprobados en el primer ciclo (Arte, TEI e Introducción a la Filosofía, o lo mismo da decir introducción al pensamiento místico de Muñoz).


Pdt.:No quería escribir poemitas hoy, disculpen el agravio.


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