jueves, 23 de febrero de 2012

Miércoles 22 de febrero


Las olas arrojan
arena y espuma,
acicalándonos
con el llamamiento
del silencio.

Si no fuese
por el cielo
despejado
y el
abrumante calor,
quizás el mar
habría varado
algunos cuerpos.

La marea sube,
planean sobre mi cabeza
tristísimos pelícanos,
seguramente
aguaitan algún
inseguro pez
que de su banco
esquivó incomprendido
a desafiar
las ocilaciones
del trepidante océano.

Y ese es el poeta,
pronunciando su voz,
valeroso e idiota,
al acecho de tenazas
inconmensurables.

Yo creo que los ahogados
se atragantan
pronunciando
la palabra soledad.

Carlo enrique

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